top of page
Buscar

Un paseo por Las Vegas

  • lorenagarciacoach
  • 21 may 2023
  • 6 Min. de lectura



Se llamaba Elsa, la conocí en Nevada, era una mujer paradigmática, se podría decir que su mirada transmitía que había algo arcano en ella. Su altura y gran melena desaliñada impresionaba nada mas verla. Su rostro y figura eran fruto del paso de una vida que se presumía complicada y aparentaba mucha más edad de la seguramente tenía.

Estábamos en Las Vegas, acudí allí al congreso anual de Coaching que mi Instituto ofrece cada año para los antiguos alumnos. Lo cierto es que iba a disgusto. Había estado cruzando los dedos para que ese año lo celebraran en San Francisco y así poder hacer un poco de turismo, que es una de mis actividades favoritas. Sin embargo, no tuve suerte, al menos así lo creí cuando mi tutora me lo comunicó. Ahora sé que sí tuve una gran suerte.

Salí hacia Las Vegas con pocas expectativas de lo que me iba a esperar allí y muy poco interesada en lo que la cuidad me podía ofrecer. Hoy te cuento quien es Elisa y porqué fue una de las mejores cosas que me han podido ocurrir.

El congreso duró 4 días, durante este tiempo se desarrollaban diversas charlas de expertos del Coaching y también de personas que planteaban su aplicación desde distintos puntos de vista. Además al compartir hotel, espacios y comidas se podía interactuar con los ponentes y otros antiguos alumnos, fue realmente enriquecedor, pero sin duda Elisa me marcó profundamente.

Elisa, no es su nombre, esto será algo que guarde en privado, pero esta es su historia.

Cuando comenzó su charla se la notaba claramente nerviosa, sus manos temblaban y su voz se entrecortaba, parecía faltarle el aire. Tardó unos minutos en sentirse cómoda y teniendo en cuenta que se dedicaba a dar charlas este hecho me sorprendió ligeramente. En cuanto comenzó a hablar comprendí completamente el porqué de aquel nerviosismo. Aquella mujer estaba allí abriendo su corazón, contando su historia, una historia personal que sin duda era muy difícil de contar.

Su ponencia comenzó con estas palabras: "Hola a todos. Mi nombre es Elisa soy de Colorado y soy alcohólica"

No me podía creer aquello, mi mente colapsó. No estaba preparada para entender que aquella mujer que podría ser abuela y que parecía tan frágil pudiera estar diciendo aquello. Lo cierto es que consiguió captar mi atención y no me perdí una sola de sus palabras.

Todo comenzó cuando dejó el trabajo para atender a sus hijos. Se había casado muy enamorada y se sentía la mujer más feliz del mundo, tenía lo que siempre había soñado a su esposo al lado y una bella familia. Con el tercer hijo surgió la necesidad de que uno de los dos se dedicara a la familia y no lo pensó. Dejó el trabajo y se dedicó a sus hijos con gran devoción. Cuándo el tercero tuvo edad de ir al colegio se le alargaron los días y las mañanas eran un tedio así que el aperitivo se convirtió en una forma de sentir que aún seguía siendo una mujer y no sólo una madre y le proporcionaba un espacio de libertad fuera de las tareas del hogar y el cuidado de los chicos. Con el paso del tiempo el aperitivo se alargó al almuerzo y una copa de vino comiendo no le hace mal a nadie. Por las tardes recibía a su marido con una cerveza bien fría y preparaba una buena cena mientras hablaban el día y compartían una copa de vino. Y así casi sin darse cuenta se subió al tren de evadirse de su vida sobre una botella.

Los problemas empezaron cuando no aguantaba dos copas de vino en una cena con amigos o en el almuerzo de Thanksgiving y terminaba estropeando cualquier evento al que acudía. En nivel de alcohol que tenía en el cuerpo era tal que no podía aguantar un exceso de aquello que el cuerpo le toleraba de manera habitual.

Los problemas con la familia y amigos comenzaron a sucederse. Avergonzó a sus hijos en muchas ocasiones, la relación con su marido se hundió casi completamente y estuvo varias veces al borde del divorcio. Estuco detenida por conducir borracha, por conducta impropia y por liarla varias veces en los bares a los que iba a escondidas de la familia. Cualquier hora, lugar y compañía le valían.

Su vida se volvió un continuo intento por escapar de su ella misma y de la tediosa vida que se había formado. Tras un par de internamientos en clínicas especialistas en adicciones comenzó a comprender que aquello no estaba bien y que claramente tenia que parar.

Los momentos de lucidez eran casi peores que los del ansia por beber, en ese despertar sólo veía culpa y cosas y gente rota por todo lo malo que había hecho y esto la hacía sentirse mucho peor y que la sed volviera como recurso de escape.

Mientras bebía todo parecía ser más fácil, se sentía poderosa, válida y fuerte. Sentía que en aquel estado no tenía nada que ver con la ama de casa, madre de sus hijos y esposa de su marido que era tremendamente aburrida y que estaba muy lejos de tener una vida excitante. Sin embargo el primer trago la hacía ir a medio metro del suelo, se sentía flotar y todo fluía de manera sencilla hasta que el alcohol la hacía darse de bruces contra el suelo y se veía atrapada en un mundo en el que no era capaz de recordar ni su nombre.

Dijo en su charla que lo probó todo, que paso por un sinfín de terapias y que sólo el Coaching la rescató de sí misma. Dijo que no sentirse juzgada y sentirse acompañada fue lo que más la ayudó. Comentó que pudo, no sin miedo, hacer un resumen de su historia personal y que gracias a su Coach consiguió cambiar su historia. Claramente no los eventos, si no su percepción sobre ellos y por tanto la percepción de sí misma y de su entorno.

Su charla terminó dando las gracias a su familia, en su conclusión comentó que su historia personal estaba directamente ligada a una familia amorosa que siempre la había apoyado. A pesar de todo siempre estuvieron ahí para mi, que las expectativas que tenía eran tan altas y tan irreales que solo la bebida le hacía sentir que podía alcanzar la imagen de vivida que soñaba, que estuvo mucho tiempo sin reconocer el lugar en el que estaba y que huir de sí misma no le permitió acercarse a comprobar que en realidad la vida que se le ofrecía era mucho más de lo que nunca hubiese podido soñar.

Termino su charla con estas palabras: Reconoce el lugar en el que estás reconociendo lo amable y aceptando lo no tanto como parte del todo. No luches, la lucha te aleja de tu esencia.


Elisa me regalo su historia y me enseñó algo muy importante. No se puede huir de lo malo, no puedes obviar un mal momento, una discusión, una pérdida ni una vida insatisfactoria. La vida no se va a parar porque no te guste, el paisaje no cambiar a tu antojo y las personas son lo que son. Nadie ni nada va cambiar por que tú así lo quieras.

Luego acepta que que formamos parte de un todo y que ese todo está en un equilibrio de fuerzas que depende sólo y exclusivamente de donde poner tu atención. Sí eliges luchar tendrás lucha y quieres perseguir algo estarás siempre tras de ello, si te niegas se te negará. La vida te responde a lo que tú quieras ver en ella.

Así que tras escuchar a Elisa hice una lista de las cosas que me gustaban de mi vida, y de las que no me gustaban y descubrí que era afortunada por que las buenas eran muy buenas y las malas no tan malas. Y recuerdo Las Vegas de una forma fantástica y en mi retina quedó la fuente del Belagio y yo tomado una cerveza mientras disfrutaba del espectáculo y me sentía la tía más feliz de la tierra.

Reconoce el lugar en el que estás, repasa tu vida y date cuenta de que eres y tienes mucho más de lo que piensas y que tus problemas no son tan grandes y tan importantes.

Y recuerda que está permitido pedir ayuda.




 
 
 

Comments


bottom of page