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Pan con Mantequilla

  • lorenagarciacoach
  • 15 ene 2023
  • 2 Min. de lectura


Recuerdo mi infancia como imágenes envueltas en un halo de ensueño y felicidad. En aquella burbuja todo estaba en orden, me veo allí, y veo y siento, amor, protección, seguridad, calor, hogar y familia En esa burbuja infantil había de todo, risas con mi abuela, que ha sido para mí mi ángel protector y guia. Mi abuelo dónde encontrar alivio y seguridad, en su regazo sentía a salvo del mundo y de la zapatilla de mi madre. Recuerdo el olor a cocina de carbón y el calor de las zapatillas, que mi abuela ponía en el quicio de la placa para que estuvieran calentitas, y aquella sensación de gustito cuando te las ponías. El pan con mantequilla por las mañanas mientras desayunaba en silencio, medio dormida y despeinada con mi pijama aún caliente de aquella mi cama, mi lugar de los sueños.

Hoy, muchos años después de todo aquello, vuelvo a tocar tierra, a reconocer­me en mi pequeño halo, burbuja, en la que todo lo importante es lo pequeño, sencillo.

Crecemos y olvidamos aquello tan valioso, que aprendimos en la infancia. El valor de las cosas pequeñas. Buscamos recursos y salidas a una vida frenética y sentimos la necesidad de parar, de coger resuello y poner en orden vidas que llevan años a la deriva.

Este fin de semana, con Javier, en este lugar precioso, entorno de calma, silencio y paz, lo he vuelto ha hacer. He vuelto a lo básico, a la esencia, a no tener prisa, a permitirme ser sin hacer. A encontrar el espacio para permitirme parar, sin prisas, sin juicios, sin miedo y desde el amor. A desayunar despeinada y en silencio un rico y fresco pan con mante­quilla, y a recordar que la felicidad, que lo importante, está en lo pequeño. En una mirada de comprensión, en un abrazo, en un te quiero o una pequeña atención, en simplemente estar. Y entender, aunque sea en este pequeño espacio mágico de tiempo, que lo grande, los sueños, las metas y los objetivos están bien, pero todo, todo comienza desde agradecer, valorar y cuidar lo pequeño, lo importante.

Cómo así entonces construir un castillo sin haber construido, mimado y cuidado cada uno de los ladrillos que lo componen.

Para, valora, agradece y cuida de ti, de tu mundo, tu jardín; y construye desde ahí aquello que firmante se dará y te acompañará.

Recuerda que tu pensamiento crea tu realidad.

 
 
 

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