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Mis mejores amigas y enemigas

  • lorenagarciacoach
  • 29 may 2023
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 11 jun 2023




Cuando era más joven solía pensar que me llevaba bien con todo el mundo, en la mayoría de las ocasiones me sentía aceptada por la gente y no me paraba a pensar demasiado en lo que pensaban de mi. Simplemente entendía como natural gustarle a la gente y en aquellos casos en los que la magia no surgía simplemente entendía que aquellas personas no merecían ni siquiera la pena de pararme a pensar porque hacían lo que hacían o por que yo no les gustaba, simplemente era algo completamente incomprensible.

Además podía presumir de tener buenos amigos y de que esos amigos no tenían siempre porque darme la razón de hecho con algunos discutía, a veces, acaloradamente, otras de esas amistades las mantenía porque creía que haciéndolo era mejor persona.

Te voy a poner un ejemplo mi amiga Angustias era la típica solterona friki que estaba todo el día buscando una terapia, o corriente esotérico festiva a la que agarrarse como a un clavo ardiendo mientras le rogaba al universo que le mandara el maromazo, chulo y buenorro con el que había soñado, eso sí que fuera también tierno y culto y detallista y sobre todo nada machista. Angustias necesitaba un polvo sin duda y dejar de quejarse. Quedar con ella era una lotería tan pronto estaba eufórica como triste y desamparada.

En realidad hay mucho de ella en mi, quisiera ser tan optimista y soñadora, en ocasiones le digo: "Angustias por Dios piensa un poco antes de tirarte a la pisciana que luego llegan los llantos. Date tiempo" Pero nada allí iba ella a abrazarse que lo que le hacia sentirse un poco mejor de lo que era habitual o que la llevará por una nueva senda.

Otra de las amigas, Jacinta estaba siempre quejándose de Angustias y de todas, también de mi. Parecía que siempre tenía razón y es que argumentaba todo con una solemnidad aplastante, era sin duda una tía segura de sí misma y era como nuestra Espada de Damocles.

Jacinta era perfecta en todo, no llevaba nunca el pelo despeinado o la ropa arrugada, todo siempre en su lugar y un lugar para cada cosa. Puntualidad suiza, determinación y una gran claridad en sus objetivos y sus metas. Explotaba con todo lo que no se ajustara a lo que tenía planeado y no se dejaba llevar por el azar. Era buena tía pero no te divertías con ella, parecía que necesitaba siempre mucho contenido y muy profundo para que la conversación le interesara y no parecía nunca relajada. Las otras amigas decían que tenía un carácter de mierda y quedar todas juntas siempre disgustaba a alguna de nosotras.

Sobre todo a Soledad, que era la más sensible de todas, a la pobre siempre le pasaba algo, y tendía a echarse a llorar a la mínima. Tímida e introvertida con la gente desconocida era como un merengue expuesto al sol con las amigas. Sí comentabas que te dolía algo, a ella también y mucho más. Sí habías tenido una discusión en el trabajo, a ella también le había pasado algo mucho peor. Incluso cuando contabas algo genial que te había pasado también ella quería hacer algo así pero algo tremendamente desgraciado había ocurrido. A soledad había que, prácticamente, llevarla de la mano a dónde quiera que fueras a sabiendas de que raramente disfrutaría de la experiencia.

Luego estaba, Valentina que era la que daba color a nuestro grupo de amigas. Valentina era guapísima se llevaba a todo el mundo de calle, sobre todo a los hombres, se quedaban hipnotizados con ella. Era una persona desenfadada y hacía amistades con facilidad, a todo le quitaba importancia y a su lado se respiraba libertad. No pensaba en el futuro sólo vivía el presente y despertaba todo tipo de comentarios en las otras amigas. Jacinta que sí es una insensata y debe pensar en lo que hace y en el futuro y no llega nunca a la hora. Soledad siempre se sentía pequeña, más de lo que ya era habitual, decía que ella no podría nunca llegar a ser ni siquiera un diez por ciento parecida a Valentina. Y para Angustias Valentina vivía demasiado hacia fuera, era superficial y poco o nada consecuente con lo que el Karma le tenía reservado.

Y en medio estaba yo, tratando de ser el pegamento de aquel grupo, siendo la que pasaba desapercibida y tratando que no se mataran las unas a las otras cuando se echaban a pelear.

Gestionar a este grupo de locas me afectaba mucho y me dejaba llevar por sus personalidades sin apenas darme cuenta.

Con el paso del tiempo comprendí que ser una buena amiga no es mantener relaciones con personas con las que siento que o estoy con ellas o en su contra, y tampoco que debo ser amiga sólo por que esa persona me una pena tremenda o se siente muy sola, o por que es popular o intachable.

En ocasiones me veía envuelta en situaciones que nada tenían que ver conmigo pero que inevitablemente pasan cuando compartes tu vida con personas tan histriónicas.

Valentina fue la primera de la que me fui alejando, cada vez la veía menos. Me sentía, cada vez que quedábamos ,más alejada de su estilo de vida. Eso sí cuando nos veíamos nos divertíamos muchísimo y podíamos estar toda la noche bailando y pasándolo bien. Al margen de aquello cada vez teníamos menos cosas en común y me quedé con lo que aprendía de ella. El disfrutar del momento, a no hacer planes, el confiar que todo va a ir bien y el reírse cuando las cosas van mal. Además su valentía me impulsó a hacer grandes viajes sola y otras cosas que para ella eran sencillas y para mi impensables. Aún me digo que haría Valentina con este sueño, meta o deseo.

Soledad fue una amistad que también se disolvió como se disuelva una gota de tinta en el agua, poco poco y sin ruido. Seguíamos quedando y cada vez más a menudo me daba cuenta que ella no iba a cambiar que la que tenía que cambiar era yo. Soledad me absorbía la energía y me dejaba sin fuerzas para nada más. De vez en cuándo la visito. Reconozco que una buena llorada cuando lo necesito me deja como nueva, echo todo a fuera y listo, así no acumulo mal rollo. Ella me enseño que pedir ayuda está bien y que no siempre sentirse triste es malo, aunque reconozco que me costó aprender esta lección.

Con Angustias y Jacinta la cosa fue distinta con ellas la relación duró mucho más tiempo y terminó de manera abrupta o no... Aún oigo a Jacinta recitando la lección y veo su dedo señalador que me dice qué debo y qué no debo de hacer. Entre ellas estaban peleadas todo el rato, Jacinta no aprobaba que Angustias viviera en una nube de incienso y espiritualidad consideraba que la vida era no perder el tiempo en cosas efímeras y ser una persona funcional para la sociedad. Había que trabajar duramente, empeñarse, ser responsable de uno y de todos los demás que están a tu alrededor y enseñar a otros que se equivocan y que esa o esta es la forma correcta de hacer. Con esto último debía de ser con lo que más disfrutaba además de creerse una persona de una gran rectitud y firmes principios.

A pesar de que ellas no se llevan bien en realidad se quieren a su manera, Jacinta sueña con soltar un poco el control y dejarse fluir como lo hace Angustias, siente que lleva el peso del mucho a cuestas y se siente cansada, además no pide ayuda, que es lo que recrimina todo el rato a Soledad, aunque se siente sola y desvalida en más de una ocasión, aguanta y sigue adelante.

De ella aprendí la fuerza de voluntad, el valor del ahínco y la importancia del compromiso. En ocasiones me visita, ya con los años con menos rectitud y más compasión aunque sus opiniones siempre te caen como jarro de agua fría.

Con Angustias tomo té y aprendo de lo que ella aprende y la dejo ser lo que quiera ser y tenemos esa relación a distancia que me nutre y llena pero no me contamina. Angustias siempre estuvo libre de la crítica, le importaba poco lo que opinaran de ella. Eso fue algo que valoré mucho en ella y que aún hoy trato de mejorar. EL QUE DIRÄN.

Todas ellas fueron mis amigas y también mis enemigas. Tuve que aceptarlas para poder dejarlas marchar y aún hoy me visitan y me invitan a su mundo en más de una ocasión.

Todas ellas, soy YO. Son todas mis pequeñas personalidades, todas mis voces internas.



Y claro que mis amigos me decían que tenía una carácter de mierda, claro que a veces no era la misma que el día anterior, claro que cuando podía abrirme de verdad y con confianza me rompía.

La realidad es que elegimos quienes queremos ser dependiendo del entorno. Así, ese compañero reservado, calculador, frío y que parece estar urdiendo siempre un plan maléfico; es un marido amoroso y sensible y un tipo divertido en la intimidad.

Es así que cuando te sientes atacado puede surgir el pequeño ser lastimado con el que te identificas cuando te sientes inferior o puede surgir el juez que se planta e impone la justicia por encima de todo incluso de la razón.

Luego vamos por la vida de reacción en reacción, con el plan claro de todo lo que debe pasar, paso a paso, fase a fase y nos agarramos a la imagen que queremos que los demás vean de nosotros pero que dista tanto de lo que realmente somos.

Es así que pude reconocer mis EGOS, mis distintas personalidades. Son esas voces que durante tanto tiempo dirigieron mi vida y que a pesar de que me hacían daño no era capaz de callarlas o dejarlas atrás. Aprendí de ellas. Todas y cada una de ellas me aportaron cosas buenas, aprendizajes y experiencias y siento que llevo lo mejor de cada una de ellas en mi.

Ahora que me he dado cuenta que yo soy la que escucha y no la que reacciona, la que critica, juzga, pasa de todo, la que se queja, la que se resiente y se siente pequeña.

Es ahora que he podido decirles gracias pero no os necesito más. De ahora en adelante seguiré sola, estando presente y atenta y siendo yo sin cortapisas ni voces internas que me dicen como me he de sentir y lo malo o personal que es aquello o esto otro. Sin machacarme si no salen las cosas todo lo bien que podrían haberlo hecho y confiando en que todo tiene un sentido y un para qué y que no tengo porqué comprender la razón de cada cosa.


Imagina que tienes un espina de cactus clavada en el pie y que a cada paso el dolor se incrementa y que cada vez se clava más, se infecta y te impide caminar. ¿Pararías a quitarla? Seguro tu respuesta es un CLARO QUE SÍ!!

Sin embargo, la respuesta es NO.

Has invertido tanto en formarte una personalidad, en presentarte al mundo con una imagen, en comprender a tu manera las razones de porqué te pasa lo que te paso y por qué eres como eres que no vas a quitarte esa espina por mucho que duela.


Sin embargo yo di las gracias a esas voces, a esas amigas antes de sacarme la espina y les dije:

Me lo he pasado bien pero al manteneros en mi vida no me han crecido las alas y he nacido para volar alto y lejos.



¿Cómo se llaman tus voces internas? ¿Cuántas personalidades tienes y cuál de ellas es la más representativa? ¿Cuál es la espina en tu pie?


Escucha y decide sí tus voces internas te llevan a donde quieres, y si no, despídelas.


Recuerda que puedes parar tu mente y soltar el control.


 
 
 

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