Yo soy La Rosa
- lorenagarciacoach
- 9 abr 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 ene 2024

Orbitaba de manera libre haciendo honor a la libertad que a cada uno se nos otorga pero que pocos ejercemos.
Fluía, sin más, dando gusto a sus instintos y tratando de pasar sin dejar rastro.
Había aprendido que no por hacer ruido se sentía mejor y que la mayoría de las veces la aprobación de los demás no era más que la respuesta de la propia aceptación o consentimiento de lo que a cada cual le venía bien en según qué momento. Así que trataba de ir de puntillas; y la mayoría no se percataban de que estaba, solo cuando uno necesitaba recurrir a aquel pequeño y mágico espacio que creaba a su alrededor y que resultaba realmente sanador. Se te encendía su imagen en la frente, como quien ve un foro en medio de una tormenta.
Había algo arcano en su mirada y estar a su lado hacia que te liberaras de cualquier cosa que cargaras a cuestas casi sin darte cuenta.
En su presencia no había temor y sentirse vulnerable estaba bien.
Tras unos minutos de charla en la que apenas hablaba, y un abrazo, se iba uno como con energía para seguir adelante.
Hay quien dice que con solo una sonrisa ya era posible sentirse mucho más ligero o más libre.
No se podía explicar, era prácticamente magia.
Otros sin embargo no le ven, seguramente le buscan pero no saben que tienen muy cerca una pequeña isla, un oasis de reposo y descanso mental y un cargador de fe y amor.
Nunca pretendió verse en esa postura, en realidad surgió como surgen los lotos.
Estas bellas flores surgen de barros, fangos y lodos. Entornos donde difícilmente crees que pueda surgir algo bello.
En este caso, como en casi todos, su energía y presencia surgió del lodo. De una infancia envuelta, ahora, en un halo de ensueño y que quiso olvidar en más de una ocasión y una adolescencia tóxica de la que huyó pero no sin antes abrazar, hasta el limite de conocer, algunos infiernos y dos o tres purgatorios. Y de una vida luchada hasta sentir que se dejaba la propia piel.
Dicen que una rosa lo es desde su semilla. eesde que es un pequeño grano aparentemente inerte ya es una rosa, también cuando no la ves y está bajo tierra creando sus raíces también ahí es una rosa. Cuando brota una pequeña rama verde y frágil también ahí es una rosa.
Creo que con las personas pasa igual. En su caso fue así. Es cierto que tiene historias que hubiese querido enfrentar de otros modos y que como tú no nace todo perfecto.
Dice que bajo la lupa de la perfección no se aprende y que además esta lupa refleja más una ilusión que una realidad. Y siempre pide recordar que el observador puede cambiar lo observado, luego la lupa sólo te va a mostrar lo que ya sabes o esperas saber.
Y en este caso tocar suelo fue lo que hizo que el loto surgiera del fango.
En su peor momento, cuando creyó que no había esperanza y que ya no tenía energía para seguir, cuando no le encontró sentido a la vida y creyó que su presencia, su existencia, era completamente irrelevante; ahí fue cuando surgió un pequeño fuego en su interior. Fue como ver al ave fénix arder y consumirse en su propia hoguera para luego resurgir de sus cenizas ya frías.
Y como la rosa cuando es una semilla comenzó el camino hacia lo que es hoy.
No fue cosa de un día, al igual que a la rosa le tomó su tiempo, hubo que reposar en la tierra y reencontrarse con su hogar.
Hubo de crear nuevas y fuertes raíces y asirse a tierra firme y tras un lento pero importante proceso asomó a la luz tímidamente, con la curiosidad de un infante y la presencia de quien quiere saborear la experiencia.
¿Quién no, en algún momento de su vida, se ha sentido morir y ha vuelto a resurgir con una nueva mirada y el pecho lleno de esperanza?
Supongo que en esencia cualquier despertar se ha de sentir así. Sin embargo, con el paso del tiempo pierdes la atención, la capacidad de estar presente y caes de nuevo en el sueño de Maya. Y vuelves a ese camino de vivir a trompicones y de ser esclavo del ego. Vuelves a perder la conexión con tu esencia.
En su caso fue igual, hasta que decidió florecer, permanecer y confiar en el proceso.
Simplemente, disfrutando de cada paso, cada día, estando presente.
No fue fácil, hubo de comprometerse consigo mismo.
Puedo llegar a atisbar como se siente estar en un estado permanente de presencia, pues he tenido el privilegio de explorarlo, me falta sin duda su compromiso para mantenerlo o simplemente creer que puedo.
Sin embargo, cuando puedo me hago una visita y disfruto de reencontrarme, de mirarme y aceptarme con amor y de ver en todo lo que me rodea orden y armonía y esa paz es lo mejor de la visita.
Luego trato de acaparar esa sensación como un tesoro y llevarla conmigo como quien guarda la llama de una vela y la observa mientras se consume esa tintineante y mágica luz.
Al pasar de los días, siempre ocurre algo que me produce nostalgia o me manda una señal de alerta, y busco de nuevo ese lugar de reposo y paz; de reencuentro.
Así que vivo mi relación conmigo, a ratos; como quien visita a ese amigo, persona, gurú o ser que te reconforta o te ayuda a encontrar respuestas.
Últimamente me visito me visito más y ya no necesito estar en un momento inestable para querer parar y darme permiso para mimarme y prestarme atención.
Pretendo dejar de visitarme y mudarme definitivamente, al fin y al cabo no se debe comportar uno de invitado de su propia casa y dudo que pida la rosa perdón por su belleza o por su proceso o por si tarda más o menos en florecer.
Mi compromiso hoy, no es ser como aquel maestro, o ese, o el otro. No es mi Objetivo.
Mi compromiso será hoy, no pensaré en que será mañana. Me daré permiso para ir día a día.
Hoy confiaré en el proceso, seré paciente y sabré, que aunque no lo parezca, yo ya soy la rosa.
Recuerda que haces lo que puedes con los recursos que percibes en ese momento.
No te flageles, perdona y confía en el proceso.
Recuerda que todo va a salir bien.

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