Con el agua al cuello
- lorenagarciacoach
- 31 dic 2023
- 5 Min. de lectura
Esclavos sin cadenas, presos de compromisos y con el agua al cuello sin poder romper los muros que nos atrapan y ver la luz.
Esto parece un poco dramático y creo que pocos harían el heroico acto de afirmar en público que se sienten así.
Lo cierto es qué vivimos en una época en la que más libres deberíamos de ser y más esclavos nos sentimos.
Esclavos de la familia, esclavos de un sueldo, atrapados por las circunstancias que nos han traído aquí sin saber cómo. Revisamos nuestra vida y sentimos que no podemos hacer nada, que no somos capaces de operar los cambios que nos gustaría hacer y que somos víctimas de las consecuencias de los actos de otros.
De cara a fuera tratamos de mantener el tipo, de no mostrar que vivimos en un matrimonio triste o frustrado, o que nuestras relaciones familiares son un drama continuo en el que nadie comprende al otro pero no podemos dejar de estar al pie de la familia. Disimulamos, lo mediocres que nos creemos, mostrando una posición firme y rodeándonos de ruido para no parar y tener que enfrentarnos a nuestros pensamientos.
Vamos tirando, mirando hacia delante con la mirada soslayada en el pasado y a golpe de analgésicos y somníferos para aliviar los dolores de espalda, cuello, las articulaciones y la falta de sueño . Huyendo de la voz interior que grita por tener un poco más de sensación de libertad.
Libertad para decir que NO, libertad para poder cambiar de opinión, libertad para sentirse libre de todo juicio simplemente por ser, libertad para descansar de todo, libertad para gritar y llorar y libertad para no sentir miedo o al menos poder expresarlo y decir "tengo miedo", abriendo a la posibilidad a que alguien te coja de la mano y te acompañe.
¿Por qué es pues la libertad tan difícil de alcanzar? ¿Qué hace que nos sintamos continuamente atrapados en una tela de araña que no hemos tejido nosotros?

Te voy a contar cuál ha sido mi experiencia y qué hace que yo me sienta libre,... casi siempre.
La libertad es un estado en el que todo es posible, un espacio en el que no hay pasado y no hay futuro; es la sensación del sol de primavera que te acaricia y la brisa del mar en verano que se lleva todo lo superfluo; es como el despertar ligero de una siesta reparadora o como la risa de un bebé que te abstrae de todo y te lleva a la gracia y felicidad por ese instante.
Una vez descubres este maravilloso estado de libertad, te haces más consciente de todo lo que te atrapa, arrastra, impide y limita de tu vida.
Apuesto a que has tenido alguna de estas sensaciones o experiencias alguna vez y has dicho, ..."no quiero volver"... Eso es libertad y esa sensación se puede encontrar y mantener en tu día a día.
El problema con esto es casi el mismo que para con todo lo demás. La solución está sólo y en exclusiva en tu poder y en tu mano. Depende de ti. Y ya te adelanto que haciendo lo mismo que has hecho hasta ahora no lo vas a conseguir.
Lo primer que te recomiendo hacer es que te visualices a ti mismo y te permitas tener una imagen de ti mismo en tu situación actual. No importa que imagen sea, no es necesario que tenga sentido y no hace falta que le dediques mucho tiempo a esto. Tu subconsciente sabe perfectamente como te sientes y esa imagen de ti es "simbólicamente" tu situación actual.
Lo que hizo que tomara conciencia de que no quería mantener mi situación fue qué, en el momento de hacerme esta pregunta, me vi literalmente con el agua al cuello, rodeada de una masa de agua en movimiento que me salpicaba la cara y no me dejaba ver. No me ahogaba, a pesar de que el agua no paraba de subir iba manteniéndome a flote pero no podía conseguir que el nivel de agua bajara.
Darme cuenta de esto me llevó segundos, no me hizo falta darle demasiadas vueltas para reconocerme ahí. En ese momento tuve que tomar una decisión. ¿Vas a girar la cabeza a un lado, otra vez, e ignorar esto, o vas a hacer algo para cambiarlo?

Cómo podrás adivinar, ese día decidí empezar a hacer algunos cambios. Los primeros fueron sencillos, se trató sólo de oír mi voz interior, diciéndome cuando algo no me hacía sentir bien y o dónde y con quién no me sentía a gusto. Y así empecé a seleccionar las personas y eventos en los que realmente no me sentía cómoda. Elegí no gastar energía con dependiendo quién y me alejé de gente que me agotaba sólo con su presencia.
Podrás pensar que fue difícil pero en realidad no lo fue. Hubo ocasiones en que sólo con estar segura, de que aquella amistad me absorbía demasiado y no me dejaba ser, esa situación se disolvió sola y esa persona se alejó sin mayores conflictos.
Otro cambio que me ayudó a sentirme libre fue dejar de pedir permiso para todo. Parecía que iba por la vida pidiendo a la gente permiso para ser o estar. Y empecé a decir y hacer más lo que sentía que quería hacer y decir de verdad. No te sorprenderá que te diga que esto sí causó algún mal estar. Cuándo tienes a la gente acostumbrada al bienquedísmo puede ser que oírte disonar o contrariar ciertos decretos no sea lo que se espera de ti. Pero recuerda que precisamente eso es lo que te ha llevado hasta verte con el agua al cuello y recuerda lo bien que te hace sentirte con voz propia
Paso natural a esto es comenzar a marcar límites y decir NO. Hay infinidad de cursos para aprender a decir que no. No te recomiendo ninguno de ellos. No sirven de nada sí no sabes dónde están las líneas rojas y cuáles son los límites que quieres poner en tu vida.
Esto es fundamental. Cerrarte a tu intimidad, crear tu espacio sagrado dónde reconocerte, recomponerte y ser tú en tu esencia. Esta es una de las mejores cosas que puedes hacer para todo en tu vida.
Tu casa a de ser tu santuario, sí no te gusta acomódala, límpiala, saca todo lo viejo, ventila y crea un espacio en el que te sientas tan cómodo que hasta viviendo la mejor de las experiencias la idea de volver a casa signifique regocijo y paz.

Una vez comiences a disfrutar de tu espacio y tu tiempo, decir NO será tan natural que no vas a necesitar gastar dinero, tiempo y energía en que ningún curso.
Escucha tu voz interior: tu intuición te está dando las señales que necesitas para tomar esa decisión.
Sí algo en ti te dice que no vayas a ese evento, te aseguro que lo mejor que puedes hacer es no ir. ¿Sabes cuántas veces dije ..."lo sabía, sabía que eso iba a pasar"... y cuántas veces lo oí?
Hazte caso y haz lo que sientas que quieres hacer y no hagas nada que realmente no quieras. Eso es realmente la libertad.
Sé libre para aceptar o no. Sé libre para hacer o no hacer. Sé libre para elegir y decir No.
Siéntete libre para brillar y para estar triste cuando así lo sientes. Siéntete libre para ser independiente y estar seguro de ti mismo.
Y ahí, desde la Libertad, siéntete libre para comprometerte con lo que realmente quieres, con un trabajo, un hobbie, una persona o una mascota. Siéntete libre para tomar tus propias decisiones y asumir que tu situación actual es la que tu has decidido que sea y desde ahí cambiar lo que quieras.
EMPIEZA HOY.
Permítete verte, reconocerte y abrázate como quien consuela a un niño para desde ahí levantar la mirada y comenzar a sentirte tan libre como estés dispuesto a ser.
Recuerda que tus cadenas te las has puesto tú y que sólo tu tienes la llave de tu libertad.

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